sábado, 6 de junio de 2020

Cosas de la pandemia. Hombres mediocres. D. Pino Pascucci

COSAS DE LA PANDEMIA

HOMBRES MEDIOCRES.

D. Pino Pascucci Stelluto


Con ese título en plural he querido escribir estas consideraciones que surgen en tiempos de pandemias: la provocada por el Coronavirus y la pandemia del racismo en sus distintas variantes, en sus diversas formas de manifestarse.


La humanidad ha vivido grandes eras epidemiológicas y ha vivido también espantosas crueldades discriminatorias.


Igualmente, hay que admitirlo, se manifiesta una mediocridad alarmante, pero, por fortuna, surgen medidas de prevención y de combate a tan letales patologías.

Pluralizo el título de una maravillosa obra que fue publicada en 1913 conocida como El Hombre Mediocre, cuyo autor es Giuseppe Ingenieros (José Ingenieros), nacido en Palermo, Italia, en el año 1877, fallecido en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en 1925. Este destacado ítalo-argentino, según los más diversos comentarios que se han hecho y que aparecen como referencia en torno a sus obras, es referido como una persona admirada en su época por la intelectualidad mundial. También se dice que el pensamiento de este relevante personaje, destacado por su condición de “filósofo, sociólogo, médico psiquiatra, teósofo, docente y escritor”, no deja de ser considerado y estudiado, pues vuelve a ser leído con notable interés por todos los que se interesan por comprender las complejidades de la psiquis humana, por conocer “los vericuetos” que tiene la mente del hombre y, por ende, entender las diversas conductas de las personas.


El Hombre Mediocre, es descrito por Ingenieros como aquel que no usa su imaginación, renuncia a la creación de ideales que lo muevan a luchar por un futuro posible. Esa abdicación lo hace militante de lo que es rutinario, lo vuelve prejuicioso y lo hace parte de la manada en la que se renuncia al pensamiento crítico con lo cual se torna sumiso, rutinario y domesticado. Indica Ingenieros que El Hombre Mediocre da y sigue órdenes que no cuestiona porque en su ignorancia se torna maleable, de ahí que se vuelva sumiso a toda rutina, a los prejuicios, a las domesticidades, es parte de una colectividad cuyas acciones o motivos no cuestiona sino que las asume ciegamente. El Hombre Mediocre, en sus prejuicios, es capaz de tejer una red de complicidad con los intereses creados que lo condicionan para que sea pieza del “rebaño social” en el que muestra vileza, escepticismo, cobardía y repudio por todo noble propósito.


Los Hombres Mediocres son sempiternos prejuiciosos, suelen aplicar “la justicia del razonamiento propio”, tienen sus espirítus atrapados por los ídolos de la caverna, los idola specus de los que tanto habló Francis Bacon, inglés del siglo XVl, estudioso de la filosofía, tenido como el padre del empirismo en la filosofía y en la ciencia; Bacon construyó la Teoría de los Ídolos para que todo aquel que quiera investigar científicamente uno o varios fenómenos se desprenda de las opiniones y prejuicios que comúnmente circulan, es decir, se “libere de los ídolos”. Acota Francis Bacon que para llegar al conocimiento verdadero es necesario eliminar los juicios preconcebidos, cosa que no hace el hombre mediocre, cosa que a lo largo de la existencia humana unos cuantos no practican y poco hacen algunos de los que tienen grandes responsabilidades en el campo privado o en el campo público, en el orden individual o en el orden colectivo.


En estos tiempos de globalización esa propensión a dar pareceres prejuiciadamente es más notoria, circula “rápida y furiosamente” a través de las tecnologías de la información y de la comunicación. Tales prejuicios están en la marquesina de la mise en scène de los libretistas y actores que representan la segregación, el clasismo, la intolerancia, el racismo, el sexismo, la xenofobia, el supremacismo y todas las formas de discriminación; repiten la puesta en escena de una historia plagada de monstruosidades, de exterminios, de holocaustos que han dejado en los anales testimonios del daño, del dolor y de la inhumanidad practicada por los Hombres Mediocres, emblemáticos personajes del totalitarismo y del autoritarismo del signo que sea. Siguiendo a Ingenieros podemos decir que el Hombre Mediocre rayana en la condición del Hombre Inferior y está muy lejos del Hombre Idealista.

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